Al escuchar el ensordecedor grito femenino que lo recibió al entrar a la tienda a las 7:16 de la noche, el brillo en los ojos de Daddy Yankee era el mismo que hace una década en este tipo de eventos.
Lo primero que hizo fue saludar y sacarse fotos con Sebastián Aldrich, de 11 años de edad, quien lo esperaba en su silla de ruedas. Luego, solicitó a los ujieres que se le asegurara al resto de sus fanáticos la entrada a la pequeña tarima donde se ubicó para firmar los ejemplares del disco, disponibles por $11.99.
La actividad estaba pautada para las 6:00 de la tarde, y ya a las 5:40 había cerca de 600 personas esperando en una carpa a las afueras del establecimiento, más varias decenas adentro, según estimaron un grupo de oficiales de seguridad de Plaza Carolina. Después, llegó más gente.
El perímetro de la tienda estaba cercado con vallas que impedían el paso, de manera que se formara una fila impenetrable desde el exterior.
"Está bello, riquísimo. Las canciones nuevas están bien buenas", manifestó Karina Dávila, de Río Grande, quien esperó desde las 7:00 de la mañana para recibir un cariñito del intérprete.
Michelle Solano, de Trujillo Alto, se le unió a Dávila a las 9:00 de la mañana, y comparte con ella la opinión de que la voz de Descontrol no necesita un gran montaje para convocar multitudes en coliseos del país.
Marisol González, de San Lorenzo, y Gonzalo Carpintero, de Trujillo Alto, lamentaron que los sacaran del área para permitir la entrada a supuestos familiares de Yankee. Ambos dijeron que es la primera vez que viven esta situación en un in-store. "Hemos ido a los de David Bisbal, Chayanne, etcétera, y nunca había pasado esto", dijo González.
Para Vanessa Meléndez, de Carolina, la experiencia fue distinta. "Está bien organizado y no hay revolú, a pesar de haber tantas personas", señaló mientras sostenía a su pequeño Ian Irizarry, de seis meses de edad.
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